La factura ambiental de la gran fiesta del balompié incluye desde los efectos de la construcción o renovación de 12 estadios hasta el movimiento de 3,7 millones de turistas en el país sudamericano.
MÉXICO, D.F. 23 junio 2014.- Además de goles y emociones, un Mundial de fútbol significa una cuota extra de contaminación atmosférica. Y Brasil 2014 podría dejar una huella singular en ese aspecto.
La factura ambiental de la gran fiesta del balompié incluye desde los efectos de la construcción o renovación de 12 estadios hasta el movimiento de 3,7 millones de turistas en el país sudamericano.
Cómo se traducirá exactamente todo eso en emisiones de gases contaminantes es una incógnita, incluso para expertos.
Según la FIFA, la Copa del Mundo en Brasil generará cerca de 2,72 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono equivalente, sin contar las obras en estadios e infraestructura, o los millones de televisores encendidos para ver cada partido.
El transporte internacional aparece como la mayor fuente de emisiones del estudio de la FIFA, pero aún excluyendo este aspecto la huella de carbono en Brasil sería cerca de 13 veces más que en Alemania 2006.
Para Sudáfrica 2006 se previeron emisiones similares a las de Brasil ahora, pero el resultado final fue bastante menor según Naciones Unidas: 1,65 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono.
Esto significa que el Mundial que arranca el 12 de junio podría ser uno de los de mayor impacto ambiental de todos los tiempos, aunque la FIFA promete reducir esto con acciones específicas.
El gobierno brasileño también prometió medidas, pero los expertos creen que la falta de datos oficiales (que incluyan el impacto de las obras en las 12 ciudades sede) es una mala señal.
“No alcanza”
El ministerio brasileño de Medio Ambiente indicó a través de su oficina de prensa que brindará información pública al respecto “en los próximos días” y declinó formular comentarios antes.
Visto desde otro ángulo, el dióxido de carbono que producirá la Copa del Mundo equivaldrá al menos a las emisiones anuales de unos 534.000 autos estándar de pasajeros, según un promedio de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.
Buena parte de ese impacto es atribuido a las distancias que los hinchas tendrán que viajar para llegar a Brasil y moverse entre las 12 sedes de este país de tamaño continental.
En el estudio de la FIFA, el transporte equivale a casi 84% del total de emisiones, mientras que en los estadios la electricidad, comida, residuos y construcciones temporarias suman casi 10%.
Las cifras incluyen las emisiones generadas en la Copa de Confederaciones, un evento que sirvió de prueba para el país sede un año antes del Mundial.
Bonos y estadios
El ente rector del fútbol en el mundo ha anunciado diferentes proyectos para contrarrestar la contaminación del evento, desde la plantación de árboles hasta la compra de bonos de carbono.
Esos bonos son parte de un esquema creado en el protocolo de Kioto para combatir el cambio climático. Países desarrollados pueden obtenerlos invirtiendo en proyectos verdes para alcanzar metas de reducción de emisiones de gases. Las empresas también pueden comprarlos.
La FIFA sostiene que con sus proyectos logrará compensar todas las emisiones del Mundial que están bajo su control y las de al menos 50 mil personas que viajen al torneo.
A su vez, el gobierno brasileño ha propuesto a las empresas que tengan bonos de carbono que se los donen a cambio de publicidad gratuita.
Brasil logró en años recientes reducir significativamente sus emisiones de gases invernadero, gracias a una menor deforestación en la Amazonía.
Y para este Mundial, en el que invirtió unos US$11.000 millones, se anunciaron acciones favorables al medio ambiente como la instalación de paneles solares en estadios, sin embargo muchos piensan que se podría haber promovido más el uso de lámparas eficientes en consumo de energía o tecnología para racionar el uso de agua potable, creando una vitrina al mundo para exponer acciones sostenibles.